¿En cuántas ocasiones te has leído un libro de Autoayuda o de Productividad Personal y has pensando que tu vida iba a cambiar por completo pero después no sucedió nada? ¿Por qué tienes las mejores intenciones de ser más productivo, competente, mejor persona… pero no lo logras? Probablemente porque se te ha escapado un aspecto fundamental: concretar.

Sí, somos muy buenos asumiendo la teoría pero somos “menos buenos” poniendo en práctica los cambios. Nos quedamos en la fase del deseo y la intención pero no somos capaces de concretar el cómo. En fin, nuestra motivaciones se quedan rondando en la estratósfera sin concretarse en hechos que realmente nos ayuden a cambiar.

Afortunadamente, el primer paso para solucionar este problema es darse cuenta de que estamos atascados a medio camino entre nuestras intenciones y las posibilidades reales de llevarlas a la práctica.

Una vez que concientices que toda la información que has leído resulta muy interesante pero que no te ha llevado a ningún sitio, sería el momento de pensar cómo esa teoría se puede aplicar a tu caso. Ha llegado el momento de concretar.

En este sentido, el aspecto más importante es que cambies tu forma de enfrentar las tareas. Es muy diferente decir: “Yo quiero ser productivo” que afirmar: “Terminaré ahora mismo el proyecto que tengo desde hace semanas olvidado en el cajón”.

De la misma forma, no vale de nada que reconozcas que algunos hábitos te hacen mal si no tomas medidas para cambiarlos. Por ejemplo, es muy diferente decir: “Cuando navego por Internet se me escapa el tiempo” a afirmar: “En esta ocasión utilizaré una alarma que me permitirá regular el tiempo que paso navegando”.

Son ejemplos muy sencillos pero que hacen llegar el mensaje de una manera muy clara: detrás de una transformación no solo debe existir el deseo sino también la voluntad de cambiar y buscar las estrategias para lograrlo.

Recuerda que no existen varitas mágicas ni recetas milagrosas que se apliquen a todos. Cada consejo que leas es tan solo un lineamiento del cual deberás extraer tu propia enseñanza y buscar la mejor manera para aplicarlo.

Me gusta pensar en cada persona como si fuese un gran árbol. De seguro no le pedirías peras al olmo pero si realizas un injerto podrías obtener manzanas con sabor a pera o quizás limones dulces. Esto significa que debemos asumir aquellos consejos que realmente se pueden aplicar a nuestro caso, aplicar todas las técnicas que tengamos a mano y, por último, tener paciencia para ver el cambio.

Escrito por Jennifer Temática: Desarrollo Personal

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